martes, 13 de noviembre de 2007

LA SEÑAL - CINE ARGENTINO



Paro variar un poco las tematicas del blog, y mientras preparo la respuesta sobre cine, censuras, ideologias y otras yerbas, les subo tambien una nota que escribi y que salio publicada en una revista cultural nueva llamada Dadá. Busquenla, es gratuita, esta muy buena (la revista, no la nota, je), tiene un diseño muy copado y se consigue en centros culturales de la ciudad. La nota viene un poco a pedido tambien de quienes querian mi opinion sobre le cine argentino reciente y la peli de Darin "La señal". Situacion compleja la de nuestro cine nacional! En la nota apenas si se mencionan por encima algunas problematicas que se pueden seguir tratando y debatiendo en posteos siguientes. Va la nota:

EL CINE ARGENTINO EN LA ENCRUCIJADA.

Al igual que el caso a resolver que se le encarga al detective privado Corvalan (Ricardo Darin) en La Señal, debut en la dirección del propio actor, rastrear y analizar el estado actual del cine nacional no es tarea para nada sencilla para este cronista. Corro serios riesgos de terminar enredado en una maraña de intrigas e intereses encontrados que solo pueden llevarlo a un estado de perdición total. Pero el gusto al riesgo, o tal vez, como a Corvalan, la promesa de una bella mujer al final del recorrido, me obligue a calzarme el sombrero, poner el atado de Chesterfields en el bolsillo del sobretodo gris e iniciar las pesquisas.
Para intentar investigar un presente es necesario revisar el pasado y en los últimos diez años, sabemos, se ha producido una muy interesante renovación, temática, estética, generacional de todo nuestro cine. Lo que se dio en llamar “Nuevo cine argentino”. La aparición de jóvenes directores con muchas ganas de derribar rancias estructuras, mostrando nuevas formas de contar y filmar, produjeron un fenómeno no solo a nivel nacional sino también a nivel internacional. Los nombres de Lucrecia Martel, Adrián Caetano, Pablo Trapero, Martín Rejtman y Daniel Burman eran moneda corriente en los más importantes festivales de cine del mundo.
Hasta ahí el panorama era claro. El cine argentino era nuevo, era independiente, era joven, era distinto y era muy bueno! Surgió detrás de estos nombres, un grupo cada vez mayor de cineastas que se sintieron envalentonados por estos aires de renovación y las propuestas del cine argentino ganaron así en innovación y frescura.
Pero a todo proceso de maduración le aparecen las dificultades, o como a todo buen protagonista de un film negro, le aparece el objeto tentador. En la vida de Corvalan entra en juego una hermosa mujer impulsada por el deseo y la ambición de poder económico, el dinero que todo lo pierde. “Femme fatale”, según el diccionario del genero, que lo arrastra al abismo. El nuevo cine argentino fue tentado por las mieles de la crítica (la bella mujer), y quiso más. Quiso también el poder económico en la masividad del público asistiendo a las salas (el botín). Pero esto no se produjo. Los films novedosos y arriesgados que los entendidos alababan, eran rechazados por el gran público. Empezaron así los cuestionamientos, las divisiones y los enfrentamientos.
Eran necesarios films de mayor alcance popular para poder sostener una industria de cine que se pretendía creciente y en proceso de expansión. Solo que en ese paso, se perdió el riesgo y la originalidad de los films “nuevos” e independientes
La incapacidad del instituto de cine (INCAA) para proteger y ayudar a la promoción de estos films de factura amateur, sumados a los ataques reiterados e interesados de los referente críticos de los principales diarios del país (Clarín y La nación sobretodo, formadores de opinión y digitalizadores caprichosos de los que el publico “quiere ver” cuando compra una entrada de cine), provocaron la huida de las masas que empezaron a darle la espalda a estas nuevas camadas de realizadores que se iban formando. Generando una división, un tanto forzada es cierto, entre un cine de características mas independiente y marginal, y otro de cuño mas comercial e industrial, o al menos con mayor apoyo oficial.
Así, los mejores films nacionales se empezaron a producir al margen del INCAA y de los intereses comerciales creados. Lo que dificultó que estos “pequeños” grandes filmes puedan sobrevivir en la taquilla y que sus directores puedan encontrar financiamiento para poder seguir con sus interesantes filmografías. Y me refiero a una larga lista de nombres de jóvenes con grandísimo talento como Lisandro Alonso (Los muertos, La libertad) , Ezequiel Acuña (Nadar solo), Luis Ortega (Caja negra), Santiago Loza (Extraño), Albertina Carri (Los rubios), Celina Murga (Ana y los otros), Rodrigo Moreno (El custodio), Ariel Rotter (El otro), Ulises Rosell (Bonanza), Esteban Sapir (La antena), Juan Villegas (Los suicidas), Diego Lerman (Mientras tanto), y un largo etc. De entre estos, cabe destacar un caso como el de Lisandro Alonso, quien considerado por el status critico mundial como uno de los cineastas del futuro. Alabado en el festival de Cannes como un autor fundamental del cine contemporáneo y que, en nuestro país, no estrena sus películas en circuitos comerciales porque considera, ahogan su propuesta diferente y ecléctica, marginal a toda lógica y estética de mercado. La incapacidad del INCAA y de los medios de comunicación para proteger a un cineasta como Alonso, y nuestro timorato miedo como espectadores para arriesgarnos a una propuesta tan lucida como la de Alonso, logra que aquí no podamos ver las películas que en Francia son un éxito, tanto de público como de consideración crítica.
Si bien es cierto que a veces las propuestas de estos realizadores suelen ser reiterativas y condescendientes también hacia un reducido sector de publico y critica que los apoya.
En este proceso fue clave el nombre de un excelso director, Fabian Bielinsky quien con Nueve reinas y El aura, demostró que era posible esa conjunción de calidad estética y afluencia de gente las salas de cine. Pero ocurrió lo impredecible y Bielinsky falleció el año pasado, y su deceso es grave para el cine nacional. Muchos de los otros intentos de conjugar ambos estados fueron en su mayoría defectuosos. Exceptuemos de la lista, los casos de Damian Szifron, Enrique Piñeyro y Adrian Caetano.
Lo viejo contra lo nuevo. La puja entre un cine rentable que es ya es viejo antes de salir (por mas que sean jóvenes sus directores, como en los casos de Tocar el cielo, Elsa y Fred, El boquete, XXY y Nordeste) por basarse en viejas formulas remanidas de lo que se entiende por “nacional” y otro que es novedoso pero que necesita de aire, espacio y tiempo para crecer como propuestas sólidas y encontrar así su publico, que puede ser masivo pero que no se forma de un día para el otro y que requiere de paciencia. Esa mala palabra para el mercado.
Por otro lado, se insisten en ridículas propuestas de cuño desagradablemente comercial que si son éxito masivo de público y se estrenan en las salas de todo el país sin prurito alguno y que cuentan con el aval de exhibidores y distribuidores, y del apoyo mediático fundamental de los holdings empresariales y comunicacionales. Caso de las recientes Incorregibles, Isidoro, Mas que un hombre, así como el año pasado Bañeros 3.
Así el estado de las cosas y la espiral esta siendo descendente, este año que termina es el peor de los últimos diez años en nuestra cinematografía. La ilusión es que sea solo un mal momento, y se resuelva las cuestiones coyunturales para no terminar
-no quiero adelantar mucho el final- como Corvalan en La señal, un film correcto que intenta un cine de alcance masivo sin pelearse con la calidad artística.
Momento muy particular vive nuestra cinematografía nacional. Que creo interesante resaltar porque necesita de debates serios para ser resuelta lo que llamo esta situación de encrucijada. Para que esto no ocurra se requiere nuestra participación activa y responsable como espectadores.

Alejandro Cozza

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente comentario.

No se si es por vagancia o simplemente por estar sincronizados en pensamientos que me veo imposibilitado a discutir algún párrafo de los que anotaste.

De cualquier manera, creo que el problema no radica en películas como "Bañeros 3", o "Isidoro", si no, en la ausencia de volumen de películas.

Digo, no es lo mismo tener 10 películas nuevas por mes, que por año. Donde, además, el 70% son modelos pocos elaborados, simplistas, holgazanes, facilistas.

Posiblemente si se tuviera la misma maquinaria productora de películas que Hollywood tiene, por nombrar alguno, no digo que el 70% se transforme en un 50%, pero por lo menos tendríamos un 30% con mas abultado.

Entonces, el problema, creo yo, que pasa por promover mas la industria interna. Pero, como justamente dijo tu viejo en uno de los post anteriores, la cultura, o la educación de muchos es la de un ave de rapiña. El de mirarse el ombligo, rascarse para adentro, o el que quieras aplicarle.

En fin, si Ale, si tenés un par de cámaras, yo consigo los actores y hacemos la gran "Historias Mínimas". Una película con actores de carne y hueso.