domingo, 17 de agosto de 2008

CINE Y DERECHOS HUMANOS



(Prestar atención a estos dos fotogramas. El primero es de M y se ve a Nicolás Prividera entrando solo en un espeso follaje. El segundo muestra a Albertina Carri con una peluca rubia caminado en solitario por el sendero. Comparar y analizar)

El derecho a cuestionar a través de la mirada.

Una pregunta interesante para hacernos seria ¿Como entender los derechos humanos a través del cine? Ya que de por sí el cine, en su construcción, es un lenguaje complejo. Como tal, la multiplicidad de lecturas y miradas son variadas.
Al momento de su creación, el cineasta tiene que optar, como lo hace un pintor con su paleta de colores, que matices va a usar y cuales va a dejar afuera. En el cine, como en toda arte, importa tanto lo que se pone delante en evidencia, como lo que queda afuera, oculto al ojo de la cámara. Esto, que a priori, puede entenderse como una mera cuestión estética, no lo es tal. Si no que, fundamentalmente, estas decisiones son políticas, son sociales, son históricas, son económicas, y más aun, son morales. Todo dentro de un plano cinematográfico dando una visión del mundo que tiene el realizador. El celebre director francés Jean Luc Godard dijo que “el travelling -el movimiento de cámara- es una cuestión moral” y con esa frase marco a fuego toda una concepción del cine que entiende al lenguaje audiovisual unido al ser humano en su contingencia como tal y frente al mundo que lo rodea. Los derechos humanos no son ajenos a estas contingencias, y por ende, no son ajenos al cine. Están siempre en el cine que miramos, en el que se nos ofrece y podemos seleccionar, pero también en el que debemos exigir que se nos muestre.
La duración de un plano, la altura de la cámara, los colores, la banda de sonido, la iluminación, etc. son todos recursos formales que nos pueden hablar sobre los derechos humanos. No es solo importante lo que se dice como discurso hablado a través del guión del film o de los actores del mismo, el “mensaje”. Si no en el cómo se lo dice, por medio de las herramientas audiovisuales y los recursos cinematográficos que se disponen.
En el cine argentino una nueva generación de jóvenes directores ha empezado a revisar su pasado histórico, tanto personal como social, y ambos entrelazados. A tratar de ver y comprender como están parados en el mundo de hoy y a relacionarlo con lo ocurrido en la década del ´70, mas precisamente con la dictadura militar, el principal organismo represor y avasallador de derechos humanos que tuvo el país en los últimos años.
No solo es interesante la intención de estos directores de hablar del pasado, discutirlo y darlo a conocer, si no también la estética, la forma usada para acercarse a ese pasado.
Los ejemplos son muchos, pero quiero focalizarme fundamentalmente en dos casos emblemáticos y sobresalientes: “Los rubios” de Albertina Carri y “M” de Nicolás Prividera. Ambos llamados “documentales”, y uso comillas para aclarar que en ambos casos la frontera entre documental y ficción es esquiva.
Albertina y Nicolás son hijos de desaparecidos y ninguno de los dos hicieron un cine complaciente y de denuncia fácil que se podría esperar de ellos como tales. Todo lo contrario al cine que se venia haciendo en torno a estas temáticas.
Albertina Carri busca su historia, se busca a si misma y bucea en su pasado a través de un proceso de (des)construcción. En vez de armar, desarma. Su dirección es siempre contraria y nadando contracorriente hace un anti-documental según los parámetros de la industria. Mezcla registros todo el tiempo y funde ficción con realidad. Hace animaciones con muñecos en donde se ve a un plato volador secuestrar a sus padres. Así llega más lejos que nadie en su búsqueda de verdad. El Instituto de Cine le rechaza su trabajo, ella filma el rechazo y aparece en el film. Le piden que haga un documental “normal”, “común” (palabras peligrosísimas que atentan contra nuestro derecho a la diferencia), lo que se espera de ella como una hija haciendo honor a sus padres combativos. Nunca le darán plata para hacer el “mamarracho” que creen que Albertina hace. La directora obstinada y lucida filma igual el documental que quiere. Su mirada se ramifica en múltiples direcciones con la sagacidad suficiente como para mostrarnos como la unicidad de criterios atenta precisamente contra los derechos humanos y pueden crear formas, ocultas o evidentes, de represión. Con Los rubios se sale con la suya y logra una pequeña revolución. Es uno de los films mas importante de los últimos tiempos y un documental emblemático que marca un antes y un después por las formas utilizadas. Si eso no es ejercer su derecho a crear y a decir sus verdades. ¿¡¿Que son entonces los derecho humanos?!?
El caso de Nicolás Prividera es distinto, pero no menos loable. Él pone la cara y el cuerpo todo el tiempo en escena. Y es un ser tan racional, tan cuestionador, tan inteligente, como cargoso e insoportable para las personas que interroga. Porque Nicolás tiene una arma poderosísima e irreductible en sus manos; la verdad. Y esta dispuesto a usarla hasta las ultimas consecuencias y contra quien se le ponga delante. Sea amigo, enemigo, pariente, o ex-compañero de su madre desaparecida, a quien busca en su recuerdo. Cuestiona todo el tiempo, con palabras soases y justas, con gestos que dan miedo. Nos hace participes y responsables de lo que pasa, pasó y pasara en el país a TODOS. Y maldito, tiene razón. Hoy, cuando nada se cuestiona y todo se da por sabido y aceptado, que en este país alguien como Prividera haya hecho este documental es para ponerse de pie y aplaudirlo largo rato, por más que él, de seguro se indignaría con nosotros por complacientes. No perdona y ejerce su derecho a la verdad como nadie, y sabe que así nadie podrá callarlo. Porque no hay fuerza más poderosa que ella. En el mundo del relativismo absoluto que todo lo disuelve y lo olvida (que no es lo mismo que la multiplicidad de miradas de Carri), Prividera es quien pregunta y nos devuelve a la razón y a nuestras responsabilidades como seres humanos. Si alguien quiere entender los derechos humanos desde el cine, que se acerque a M. Allí no están explicados, allí están dados como un cachetazo a la conciencia, se entienden y comprenden muchos días después, cuando uno ha terminado de sobarse. Luego de esa toma de conciencia, se puede comenzar mejor a ejercerlos y a pedir por ellos.

Alejandro Cozza

TEXTO PUBLICADO EN UNA REVISTA SOBRE DERECHOS HUMANOS

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